anaconda gigante

Su cuerpo es de un color verde oliva que se torna amarillento en la zona ventral. El dorso aparece recubierto de numerosas manchas en tonos marrón y negro, de forma redondeada. Los ojos y las fosas nasales se situan en la parte superior de la cabeza, siendo en esta visible una banda negra que conecta el ojo con la mandíbula inferior.

Todos estos atributos le ofrecen un camuflaje ideal del que se sirve para sorprender a sus presas, las cuales pueden ser, en ocasiones, incluso más grandes que ella. Esto es posible gracias la capacidad que tiene para expander su poderosa mandíbula.

Este solitario depredador inicia su actividad al caer la noche. Utilizando un sigiloso estilo de caza, se aproxima a sus presas a las que asfixia o ahoga. Posee la capacidad de detectar animales cercanos gracias a las vibraciones o a las señales químicas que estas dejan en el aire, para lo que utiliza su lengua bífida así como su órgano de Jacobson (también conocido como órgano vomeronasal).

Su elemento preferido es el agua, aunque si resulta necesario es también capaz de trepar a los árboles.

Su dieta es enormemente variada, alimentándose de mamíferos (ciervos, tapires, capibaras), pájaros, reptiles (tortugas, caimanes) e incluso de peces. Si bien se tiene constancia de algunas capturas que superan los 45 kilos, este no es un dato representativo de las presas habituales de esta especie.

Los ejemplares de menor tamaño suelen mostrarse más agresivos debido a que a menudo se siente más amenazados. Un posible remanente de su nacimiento, pues tan pronto como nacen, las serpientes deben valerse por sí mismas. Las crías son a menudo cazadas por los jaguares y los caimanes.

Fuera del período de caza la hembra suele mostrar un comportamiento más tranquilo.

De manera ocasional, esta serpiente puede practicar el canibalismo, aunque no es algo común.

Pocos datos se tienen aún sobre el período de reproducción de este reptil ovovivíparo. Algunos archivos relacionados con este tema mencionan un posible rango que se prolongaría entre los meses de diciembre a marzo.

La hembra es poliandria, es decir, se aparea con varios machos durante una temporada de reproducción o a lo largo de su vida. Pudiendo llegar a tener hasta una decena de pretendientes al mismo tiempo.

Para aparearse, la hembra emite una serie de feromonas con el fin de atraer al mayor número de machos posible. Estos se enroscarán a su alrededor para fecundarla, hecho que puede durar varios días. Durante este período, la hembra puede incluso alimentarse de alguno de los machos. Lo que le será útil en el futuro ya que no ingerirá alimento alguno durante los 7 meses que dura el período de incubación.

Contrariamente a la mayoría de los reptiles, los huevos son incubados directamente en el cuerpo de la hembra. Un ejemplar puede, de media, poner entre 20 y 40 huevos. En el momento de nacer las crías medirán entre 60 y 96 centímetros, prácticamente la talla de las culebras europeas.