cocodrilo americano

El cocodrilo americano es uno de los últimos cocodrilos gigantes todavía presentes en la Tierra. Después de la anaconda gigante y el cocodrilo del Orinoco, es el tercer animal más grande de América. Los registros aprobados atribuyen tamaños máximos en torno a los cinco metros.

Algunas fuentes indican que los machos grandes podrían llegar a alcanzar hasta siete metros. Existen dos teorías respecto al tamaño: o estas cifras son exageradas o los ejemplares ya no alcanzan estos tamaños, quizás por falta de presas suficientes o por una disminución generalizada en la esperanza de vida. Además de su tamaño, estos animales son conocidos por su longevidad, pudiendo llegar a superar los 100 años.

Crocodylus acutus estuvo presente inicialmente en una gran parte de las orillas del Pacífico y el Atlántico de las Américas. También frecuentó todas las islas del Caribe y las Bahamas. Las únicas limitaciones de su rango estaban vinculadas a las temperaturas exteriores, necesariamente tropicales o subtropicales.

En la época de Cristóbal Colón, varios relatos dan fe de la presencia generalizada de cocodrilos en los manglares y lagunas de América Central. Frecuentaban las costas y los grandes pantanos del interior. Al igual que los grandes cocodrilos del Pacífico, comúnmente se los ve nadando entre diferentes islotes. Prueba de su abundancia histórica, las Islas Caimán deben su nombre a la presencia de cocodrilos americanos y cocodrilos cubanos. La asociación de los cocodrilos con el mundo de los piratas (Peter Pan ...) no es por tanto anecdótica y refleja la realidad de la época.

Con el tiempo, los cocodrilos fueron diezmando de manera gradual en las islas del Caribe. Es imposible conocer hoy en día la magnitud de la masacre pero la especie está desapareciendo de las Bahamas, las Antillas Menores, las Islas Caimán y una gran cantidad de atolones. Las primeras oleadas de destrucción de la población se atribuyen principalmente al deseo de controlar la vida salvaje en un contexto de desarrollo urbano y agrícola.

Durante la primera parte del siglo XX, al igual que sucedió con otros cocodrilos, la especie se cazó de manera intensa debido a su piel, utilizada en la industria del cuero. Muchas poblaciones están sufriendo una vez más pérdidas drásticas, que a veces las llevan a la extinción a nivel local. Tras su rarefacción general, esta especie se incluyó en 1981 en el apéndice I de la CITES y recibió protección mundial. Al mismo tiempo, se autorizaron las primeras granjas de cría. La presión de la caza está disminuyendo gradualmente en la mayoría de las áreas.

Hoy en día, la especie aún reside en Florida y desde la costa oeste de México hasta el este de Venezuela. En la costa este, está presente desde México hasta el norte de Perú. Se registran poblaciones más o menos abundantes en América Central y en algunas grandes islas del Caribe, principalmente Cuba, La Española y Jamaica. Se estima que alrededor de 20.000 cocodrilos estadounidenses pueden encontrarse aún en estado salvaje, en hasta dieciocho países.

Incluso si no son muy agresivos, especialmente durante el día, los grandes cocodrilos americanos son depredadores formidables que pueden atacar a los humanos en determinadas circunstancias. En general, se recomienda evitar bañarse en aguas turbias en áreas donde se sabe que esta especie se encuentra presente. La mayoría de los accidentes entre humanos y cocodrilos han ocurrido al atardecer o por la noche, normalmente cerca de aguas estancadas.

Al igual que sucede con la mayoría de los cocodrilos, los machos son más grandes que las hembras. Alcanzando más de cinco metros en edad adulta, contra los cuatro que alcanzan las hembras.

Los diferentes esfuerzos por la protección de esta especie han dado sus frutos, especialmente en Florida, Cuba, Costa Rica, México, Colombia y Venezuela. Las poblaciones mexicana y cubana y una subpoblación colombiana han vuelto a ser abundantes y están incluidas en el apéndice II de la CITES.

La caza furtiva no ha desaparecido por completo de otros países, pero se ha vuelto menos frecuente. La principal amenaza es ahora la destrucción de hábitats como resultado de la presión demográfica, el desarrollo de la acuicultura y la actividad turística.

Con más de 400 individuos registrados, la población más grande en términos de densidad reside en el lago Enriquillo en Hispanola, República Dominicana. En Cuba, la especie coexiste con un congénere endémico, C. rhombifer, que se encuentra en peligro crítico. Las hibridaciones entre las dos especies suponen un riesgo significativo de desaparición para esta última.

En las Islas Caimán, las dos especies también han coexistido estas dos especies, C. rhombifer en marismas y C. acutus en aguas marinas. Las poblaciones fueron conducidas allí hasta su completa extinción. Existen numerosas referencias e ilustraciones de los primeros pobladores sobre estos reptiles. El 18 de abril de 1586, Sir Francis Drake escribió "Hubo cocodrilos que se enfrentaron y pelearon, viven en el mar en las orillas". El mismo fenómeno ha ocurrido en la mayoría de las islas del Caribe y en las Bahamas. Se registran observaciones muy raras en Martinica y en la isla de Margarita. En Jamaica, las poblaciones están pobremente documentadas y continúan aún siendo cazadas furtivamente.

En varios países de América del Sur, la IUCN considera que esta especie está en peligro crítico. Este es el caso, por ejemplo, de Ecuador, donde se estima que se exportaron más de 200.000 pieles entre 1930 y 1970 a este país. Allí casi ha desaparecido una abundante población originaria de la cuenca de Guaya. Una pequeña comunidad parece estar comenzando a consolidarse en el suroeste del país y en el noroeste de Perú, en una región protegida relativamente virgen.

En Colombia, la especie casi ha desaparecido de la costa, como en el occidente de Venezuela. En Colombia se están llevando a cabo varios programas de conservación y repoblación, en particular en los manglares de la bahía de Cispatà.