pez luchador

El pez luchador es conocido y apreciado por su gran variedad de colores. En el mercado, pueden encontrarse numerosas variedades, de tan solo un color, bicolores o incluso multicolores. Existen ejemplares de todos los colores aunque los más comunes son azules, rojos o violetas. A lo largo del tiempo se han realizado numerosos cruces, lo que ha llevado a alcanzar esta gran variedad.

Es necesario tener en cuenta que únicamente las variedades que han sido especialmente seleccionadas poseen las aletas hipertrofiadas. En su hábitat natural, el pez luchador macho posee fundamentalmente un degradado de color verde, rojo, azul y negro.

Esta especie suele realizar notables exhibiciones en época de reproducción o, en ciertas ocasiones, de intimidación, durante las cuales despliega sus grandes aletas y extiende sus opérculos.

Esta especie posee una boca ligeramente desplazada hacia arriba lo que facilita su alimentación en superficie (principalmente basada en insectos). Provisto de una aleta dorsal, una caudal, dos pectorales y dos pélvicas, que le ayudan tanto en su propulsión como en su equilibrio, permitiéndole además cambiar rápidamente de dirección.

Además, su cuerpo aparece recubierto de numerosas escamas que se superponen entre sí, similares a las tejas de una casa. Más allá de su función protectora, esta estructura facilita el deslizamiento de estos peces en el agua. Se encuentra además, recubierta de una especie de sustancia mucosa que protege al animal de posibles infecciones, lo que aumenta aún más la destreza de estos peces.

El pez luchador macho vive en solitario, acompañado a veces por un harem de hembras. Habitualmente reside en aguas de mediana profundidad y cercano a la superficie.

Aunque ligeramente territorial, presenta un carácter bastante tranquilo, no suele prestar demasiada atención a la mayor parte de sus vecinos de acuario. Sin embargo, puede volverse agresivo en época de reproducción. En este contexto, es posible reafirmar su comportamiento "territorial", cuando el macho defenderá con constancia y vehemencia los huevos.

Al contrario, resulta un pez mucho menos tolerante con sus congéneres. Los machos son extremadamente agresivos entre sí. La lucha entre dos ejemplares suele ser intensa y violenta, terminando con la sumisión, a veces incluso con la muerte, de uno de sus protagonistas. Esto explica su sobrenombre de pez luchador.

La especie fue utilizada durante un gran período de tiempo, en las peleas de apuestas, pudiendo asemejarse estas a las famosas peleas de gallos. Utilizando sus cabezas como si de un carnero se tratase, los machos apuntan directamente a las aletas de sus adversarios, provocando lesiones importantes en ambos ejemplares. Esta especie posee la capacidad de regenerar sus aletas, lo que generalmente tiene lugar al cabo de varias semanas.

En el mercado, los machos suelen ser mantenidos separados con el fin de evitar estos enfrentamientos. Las hembras por su parte, rara vez se entregan a estas batallas (aún menos si están habituadas a vivir juntas).

Betta splendens posee una de las formas de reproducción más espectaculares que existen, al mismo nivel que la mayor parte de los guramis, colisas y otros de sus congéneres.

El macho, en una primera etapa, alterna su exhibición de cortejo, en la que mantiene sus aletas extendidas, con la construcción de un nido de burbujas: para ello comienza a aglutinar burbujas de aire recubiertas con un moco salival hasta conseguir formar una especie de cesta flotante, que tendrá un diámetro de alrededor de unos 8 cm y un grosor que puede alcanzar hasta 2 cm.

Si en este momento no ha logrado ganarse el favor de la hembra, se producirá una pelea, de la que las hembras rara vez salen ilesas (los machos rara vez son dominados). Sin embargo, si la exhibición ha logrado el efecto deseado, dará comienzo el espectáculo del apareamiento.

Abrazando a la hembra con todo su cuerpo, el macho presionará los costados de la misma, quien, con la barriga en el aire, comenzará a liberar los óvulos, que serán inmediatamente fecundados por el esperma del macho.

Entre dos apareamientos, mientras la hembra se deja caer al fondo para recuperar fuerzas, el macho se apresura a fijar los huevos en el nido, evitando así que la hembra se alimente de ellos. Este espectáculo se repetirá hasta que la hembra haya agotado por completo su hilo ovárico (lo que puede durar algunas horas).

Una vez se ha completado el apareamiento, el macho perseguirá a la hembra hasta hacerla salir del área cercana al nido, ya que esta intentará comerse sus propios huevos. Posteriormente, el macho protegerá el nido en solitario, llegando incluso a criar a los alevines que intentarán, a su vez, escapar de él.